Recorrer cáliz de piedra con sombras de generosos verdes para llegar al refugio con seis guardianes que apenas dejan ver los muros, al llegar se descubre un cuerpo de agua lleno de reflejos y destellos.
Toda entrada tiene que lograr una transición del exterior y que mejor manera de hacerlo que con un espacio central pulcro, neutro y lleno de paz con agua.
El espacio abierto refugio del habitante cubierto por cortes y ramas, que conviven y generan sensaciones; protegido del viento por los muros cortados que permiten la vista a la entrada del protector donde sus ramas tiene destellos de noche que dan confort a la sala y comedor, ambos con fuego para mejorar la temperatura de ser necesario, detrás del vidrio los servicios que dan comida y mezcal para disfrutar cada momento.
La sala y el estudio conviven en eterna unión, con una gran librería que permite la comunión, el arte plasmado en la arquitectura logra descubrir la función.
La vista al cielo interrumpida por las copas de los árboles que flanquean la casa, donde de sus ramas salen destellos de noche que dan confort a la sala y comedor, ambos con fuego para mejorar la temperatura si fuese necesario.
Todos los espacios ven al actor principal al igual que las recamaras en planta alta, un jardín generoso con pasto y enmarcado por plantas trepadoras que dan diferentes planos de verde que se funden con la arquitectura.